La historiadora Cristina Calandre difundió el 15 de noviembre de 2013 un artículo de Laura Alfonseca Giner de los Ríos, residente en México, nieta de Bernardo Giner de los Ríos y sobrina bisnieta de Francisco Giner de los Ríos. El texto, pubicado en diariodelaire.com, dice así: «Quitan 76 horas de clases de Filosofía y las cambian por catequesis. ¡Basta ya de oscurantismo!. Hay que rescatar una verdadera educación laica que enseñe a pensar como ocurre en cualquier país civilizado. España solo tuvo un momento de lucidez dentro del campo educativo y ese fue cuando don Francisco Giner de los Ríos fundó la Institución Libre de Enseñanza. Esto se puede constatar fácilmente siguiendo la huella de todos los institucionistas que salieron al exilio y sembraron su conocimiento en varios países de América latina quedando España en la total aridez intelectual».
El texto de Laura Alfonseca Giner de los Ríos continúa: «Afortunadamente, en este país sobrevivieron algunos de los hijos y nietos de aquellos ilustres transterrados, víctimas del exilio interior y quienes, pese a la presión franquista y la férrea censura, supieron mantener vivo el mensaje institucionista.
En la actualidad, al pobre don Francisco Giner de los Ríos lo tienen secuestrado en una Fundación que lleva su nombre, casi como marca comercial, cuya directiva y patronos no han perdido un minuto en tratar de exterminar y enterrar para siempre sus ideas pedagógicas; por lo que se infiere que deben tener nexos con la curia, porque si alguien aborrecía y aborrece la libertad de enseñanza es, no cabe la menor duda, la católica iglesia. Por eso no es de extrañar que dicha fundación guarde un cómplice silencio ante las nuevas leyes educativas de la moderna Inquisición. Si realmente representaran el ideario de Giner, como alardean, tendrían que haber protestado desde el primer momento. ¿Cómo es posible que una Fundación que representa la figura de un educador laico no proteste ante el cambio de horas de filosofía por horas de catecismo? ¿Qué se lo impide?
¡Pobre Giner! Menos mal que tu semilla viajó, se sembró y se cosechó en América».